Se ha hablado tanto de que estamos ad portas del fin del mundo, todo esto potenciado con las noticias de guerras, crímenes, terremotos, erupciones, tsunamis y tantas otras instancias a las que el ser humano está siendo confrontado.
Sin embargo, todo lo que está sucediendo estaba pronosticado, la biblia habla del apocalipsis, los indios hoppis hablan de profecías de cambios, los mayas hablan del término de una era, y todos coinciden en lo mismo, pues estamos en una etapa donde nuestra existencia experimenta una transformación de consciencia planetaria, humana y divina.
Podemos elucubrar bajo todas estas predicciones, usando diferentes términos para definir las circunstancias de este presente, más independientemente de que ofrezcamos un concepto, la realidad nos está haciendo frente con crudeza y la naturaleza nos está mostrando su poder en todo su potencial.
Ahora bien, todas y cada una de estas situaciones tienen un objetivo primordial, que no es nada más ni nada menos que esta humanidad tan dividida, tan fragmentada se una y logre un nivel de consciencia mayor, donde se comience a sustentar en factores más elevados como la generosidad, la empatía y conectarse con la fuerza más poderosa que puede unir a las almas de este planeta. El amor.
Lamentamos profundamente lo que les sucede a nuestros hermanos mexicanos, dominicanos, puertorriqueños y a la larga lista de afectados con todos estos fenómenos, más por otra parte, no podemos negar que los ciclos tienen su periodo donde inexorablemente cumplen el tiempo que requiere el cambio.
Siempre he oído que para construir hay que destruir, pues bien, no necesariamente hemos de destruir nuestra fuente de vivencia, pero si podemos comenzar el proceso de transformación interior, a fin de ir logrando gradualmente la apertura y la comprensión para en definitiva instaurar el cambio planetario, ya que todo cambio comienza por uno mismo y por ende, como resultado genera el cambio externo.
JUNTOS PODEMOS, SI QUE PODEMOS.
PAOLA RIOSECO PRADO
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