Estados Unidos se retiró de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), argumentando que hacen la vista gorda a los problemas que arropan a Israel, país que casi al mismo momento también anunció su salida.
La portavoz del Departamento de Estado en Washington, Heather Nauert, informó que para finales del 2018 se hará legal la salida. Asimismo, manifestó que no fue fácil tomar la decisión, pero que es indispensable que la Organización sea reformada para considerar volver a integrarse.
Poco tiempo después, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, comunicó que se unían a los Estados Unidos. Ya el diplomático había señalado que “es una decisión valiente y moral porque la Unesco se ha convertido en un teatro del absurdo y porque en lugar de preservar la historia, la distorsiona”.
La directora general de la Unesco, Irina Bokova, precisó desde París que el secretario de Estado, Rex Tillerson, le dio a conocer su decisión, que “lamentó profundamente”.
“En un momento en que la lucha contra el extremismo violento exige nueva inversión en educación, en diálogo entre culturas para prevenir el odio, es profundamente lamentable que Estados Unidos se retire de la agencia de la ONU que se ocupa de esas cuestiones”, agregó Bokova.
Desde el 2011, Estados Unidos ya no aportaba económicamente a la Unesco, como medida de protesta por aceptar la membresía de Palestina. A pesar de esto, quieren mantener la misión observadores en el área de la protección del Patrimonio Mundial, la libertad de prensa o la promoción de colaboración científica y educativa.
Un portavoz de la delegación estadounidense, explicó dijo que su salida de la Unesco no modificará nada en la línea de su país de fomentar la cultura, la educación o la ciencia.
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