Pablo Emilio Escobar Gaviria, amado por uno, odiado por otros, pero indiscutiblemente uno de los capos del narcotráfico más grandes de América Latina. La vida de este personaje ha estado rodeada de cientos de mitos y excentricidades que lo han convertido en una leyenda urbana.
No se puede negar que “el patrón del mal” como lo llamó la serie de televisión basada en su biografía, fue un hombre extremadamente poderoso en el mundo del narcotráfico, llegando a ser uno de los criminales más crueles y buscados de Colombia.
La vida de Escobar es una dicotomía inusual, por una parte, un hombre rudo y cruel, que dirigió a punta de violencia el cartel de drogas más grande del mundo; pero por otro lado, se percibe a un hombre de familia con un espíritu caritativo inigualable que le ganó el cariño de las comunas más pobres de su natal Antioquia.
Han transcurrido casi 24 años desde su violenta muerte, pero la leyenda de la extravagante vida del narcotraficante sigue más viva que nunca. Recientemente, su hijo Juan Pablo Escobar, publicó un libro en el que revela detalles de la vida privada de su padre, historias que pocos conocían y que pueden sonar increíbles.
La otra cara de la historia de Pablo Escobar
Pablo Escobar Gaviria fue un hombre bastante normal, en su rol de padre era amoroso y disfrutaba compartir con sus hijos. Aunque los excesos estaban presentes, uno de los consejos que más recuerda su hijo, es el de no consumir drogas: “Valiente es aquel que no la prueba” asegura Juan Pablo Escobar, que repetía su padre recalcándole siempre que no consumiera ningún tipo de estupefacientes.
Y es que aunque parezca irónico, el capo de Medellín se jactaba de no tener vicios, él no tomaba bebidas alcohólicas: tenía su bodega repleta de botellas de cerveza sin alcohol, que le gustaba saborear en las madrugadas cuando fumaba un porrito de marihuana.
Una de las cosas que relata su hijo, más le hacía molestar, era que fuera maleducado. Los buenos modales, el “por favor” y “gracias” no podían faltar nunca, además, debía tratar a todas las personas por igual con respeto.
En la intimidad era un padre de familia consentidor, que por las noches contaba cuentos a sus hijos y les cantaba canciones de “Topo Gigio” antes de dormir. En la memoria de su hijo, el olor que más lo caracterizaba era a remolacha, ya que era uno de sus alimentos preferidos y lo consumía siempre.
Aventura en Estados Unidos
Pablo Escobar durante sus años de apogeo como narcotraficante, fue uno de los hombres más buscados del mundo, especialmente por la justicia estadounidense. Sin embargo, el capo del Cartel de Medellín alardeaba de pasear por las calles de Estados Unidos, como cualquier turista.
Según relata Juan Pablo Escobar, el viaje a Estados Unidos, fue de al menos 20 días; un recorrido por el país en compañía de toda su familia. Todo el tiempo conociendo y gastando. “Recuerdo muchos excesos y excentricidades. Un día llegamos a un aeropuerto y había más limosinas que personas” afirma Escobar.
De esta aventura, existe una fotografía que causó mucho revuelo y controversia en todo el mundo, ya que en ella se observa a Pablo Escobar Gaviria junto a su hijo, posando tranquilamente frente a la Casa Blanca en Washington, D.C. Siendo uno de los criminales más buscados del mundo, ¿Cómo fue posible que anduviera caminando por las calles de la capital estadunidense sin que nadie lo notara?
Esta fotografía, de acuerdo con el libro de su hijo, era la imagen favorita del capo e incluso llegó a tenerla enmarcada cuando estuvo preso en la cárcel de La Catedral. “Él la tenía colgada siempre donde podía, la tenía enmarcada en la cárcel de La Catedral. No sólo refleja el amor de la familia, sino quizás algo más difícil de entender… la permisividad con la que se recibía a mi padre en los Estados Unidos, en sus épocas más prósperas como narcotraficante” acota.
¿Amante de los animales?
Escobar gastaba muchísimo dinero en excentricidades, una de las más famosas fue el zoológico que construyó en la Hacienda Nápoles. Durante su vida, en una entrevista que le dio en exclusiva al premiado periodista colombiano Germán Castro Caycedo, relata todas las peripecias que tuvo que pasar para traer a los majestuosos animales.
Jirafas, elefantes, hipopótamos, cebras, rinocerontes y cientos de aves exóticas, eran algunos de los ejemplares que conformaban su “arca de Noé” personal. Para trasladar a los animales hasta Colombia, el capo desembolsó extraordinarias sumas de dinero ya que no tenía los permisos necesarios.
Uno de los relatos más famosos de esos días, fue aquel en el que el capo cuenta cómo le ordenaron entregar los animales al zoológico de Medellín y éste accedió a entregarlos, para en horas de la madrugada regresar a llevarlos, intercambiándolos con animales de granja e incluso pintando algunos burros con rayas blancas para “hacerlos pasar” por cebras.
En otra ocasión, contó orgullosamente, como en uno de sus viajes a Brasil, conoció un ave exótica azul que le encantó, y que a pesar de ser una especie protegida logró adquirir por la módica suma de 100.000 dólares.
Durante el apogeo de su negocio criminal, Pablo abrió la Hacienda Nápoles al público. “Hijo, este zoológico es del pueblo”, le dijo a su primogénito. “Mientras yo viva, jamás voy a cobrar, porque me gusta que la gente pobre pueda venir a ver este espectáculo”.
El declive del poder
Cuando Pablo Escobar Gaviria cayó muerto el 3 de diciembre de 1993, justo un día después de cumplir 44 años, casi todo lo que había creado cayó con él. Las autoridades allanaron la hacienda Nápoles. Muchos animales murieron. Los investigadores perforaron los dinosaurios de cemento que adornaban la hacienda creyendo que estaban llenos de dólares. Llegó el declive y el abandono. No obstante, aquellos hipopótamos de su “Arca de Noé”, sobrevivieron y se reprodujeron, y hoy suman casi 40, convirtiéndose en la mayor manada fuera de África.
Su fortuna era incalculable, algunos mitos dicen que alcanzaba los 25 mil millones de dólares, pero su hijo cree que no llegaba a tanto: “Si mi papá hubiera tenido 25 mil millones de dólares, no había rastro de Colombia. Yo investigué, pero no es como lo pintan. En los momentos cúspides como narco, en un fin de semana, se pudo meter al bolsillo 50, 60, 70 millones de dólares. Pero también gastaba a ese nivel”.
Más allá de lo bueno y lo malo, la vida de Pablo Escobar Gaviria se convirtió en un mito, una leyenda urbana, un personaje criminal y salvador a la vez. 24 años después, Medellín continúa intentando librarse del estigma de violencia que el mayor cartel de droga del mundo le heredó.
