POR ISMAEL CALA
@CALA
Siempre digo que es mejor estar “meditado” que “medicado”, y es que con este juego de palabras rescato la importancia de la meditación como camino al autodescubrimiento y la llave de la sabiduría y el bienestar integral. Es como si al meditar, entráramos a nuestra farmacia y biblioteca interior para encontrar las respuestas a los males de cuerpo y del alma a la vez.
Soy consciente de que la meditación es el camino a la iluminación, a la más válida experiencia del ser. La meditación es purificación y combustible para el alma. Es el lugar de contemplación y conciencia del presente, el espacio de conexión pura e indivisible con el ser. Es una mirada más allá de los sentidos a nuestra esencia más profunda: el espíritu de lo que somos.
Hay quienes no logran permanecer mucho tiempo en un estado de contemplación para controlar el ir y venir de sus pensamientos. Sin embargo, todo es cuestión de práctica, y cada día podemos conseguir estar un momento más en este umbral de paz y perfecto equilibrio. Este éxtasis es parte de un ejercicio de voluntad y disciplina que hay que realizar con toda conciencia. Para mí, los mejores momentos de meditación tienen lugar en medio de la naturaleza. No hay mayor conexión que la que se produce entonces con todo lo que nos rodea.
Sin embargo, es posible meditar en cualquier parte donde uno encuentre tranquilidad, silencio y paz o alguna música. Por lo general, se emplea música sin demasiada melodía, para que la mente no se entretenga repitiendo sus pasajes. A veces, basta con poner la cabeza en la almohada antes de dormir y cerrar los ojos, para trasladarse a un lugar donde la naturaleza y el alma se sienten en pura sinergia.
La necesidad de equilibrar la energía, más que el placer, nos obliga a meditar. La meditación crea un sentimiento de pertenencia con algo más que el mundo ordinario. Te hace conectar con una dimensión sensorial diferente, entre el tiempo y el espacio. Las palabras no me alcanzan para describir lo que siento cuando conecto mi espíritu con el todo al que pertenece. Es una experiencia que me desborda de alegría y paz, y además se refleja químicamente en mi cerebro.
Según un estudio publicado en la revista Biological Psychiatry, llevado a cabo por el equipo del Dr. David Creswell, la meditación consciente permite una mayor comunicación entre las partes de nuestro cerebro relacionadas al estrés; además de una mayor activación de las áreas referentes a la concentración y la tranquilidad. Por si esto fuera poco, los exámenes de sangre de los individuos que practicaban la meditación dieron como resultado un menor nivel de inflamación nociva, con respecto al grupo de participantes que no la practicaban.
Luego de meditar, soy más positivo, y estoy más centrado, paciente, armónico y tolerante.
Hoy, con toda seguridad, puedo decir que meditar es la mejor inversión que podemos hacer como seres humanos. Le damos demasiada importancia al cuerpo y a su imagen. Está bien que lo cuidemos, pues es la armazón del espíritu, pero esta atención solo será equilibrada si entendemos que también debemos nutrir el alma para ser sanos y felices.
¡Meditar es ir a la farmacia y biblioteca interior para encontrar todas las respuestas que necesitamos!
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