POR ISMAEL CALA
@CALA
Considerando a la felicidad como el camino, en lugar del destino, podría decirse que el amor son esas baldosas amarillas que seguía Dorothy en la historia del Mago de Oz. En algunos tramos, de acuerdo a ese clásico de la literatura, los recuadros están completos y son fáciles de transitar para seguir el camino, en otros; hay oscuridad y faltan baldosas que nos guíen en el transcurrir de la vida.
Venimos del amor y vamos hacia el amor. La mayoría de nosotros fuimos concebidos a partir del amor y ese sentimiento es una de las dos cosas que todos los seres humanos anhelamos y deseamos, aunque no siempre lo verbalicemos, ser amados y ser aceptados.
No obstante, como en otras oportunidades, debemos voltear la mirada hacia nosotros mismos y no buscar en el afuera, lo que reside irremediablemente dentro de nosotros. Esto es: amarnos y aceptarnos antes de aspirar a que otro nos ame y acepte.
Independientemente de nuestra creencia religiosa, alguna vez hemos escuchado o recitado la máxima de “ama a tu prójimo como a ti mismo” y es que ese concepto de amor propio es uno de los más repetidos pero no necesariamente de los más ejercidos en nuestra cotidianidad.
Por ejemplo, cuando no somos gentiles con nuestro cuerpo, que es nuestro templo, y a sabiendas de que tenemos hábitos dañinos para él, los seguimos haciendo sin la determinación para cambiarlos, estamos dejando en un segundo plano el amor a nosotros mismos. Aquí es importante diferenciar amor de placer, aunque algunos hábitos nos proporcionen placer, si los analizamos desde la óptica del amor genuino, no insistiríamos en realizarlos.
También habrás escuchado alguna vez que no se puede amar lo que no conoces. Volviendo al tema del autodescubrimiento, para amarnos hace falta conocernos y esa es una tarea que eventualmente debemos realizar, aunque genere miedo por la incertidumbre de qué encontraremos o por la creencia de que nos sentiremos incómodos con lo que podemos descubrir.
La ciencia ha podido confirmar la importancia de establecer relaciones fuertes basadas en el amor (filiales, laborales o de amistad) con otros. Así lo viene demostrando un estudio de la Universidad de Harvard, a cargo del Dr. Roberto Waldinger, quien demostró que la felicidad no se obtiene de la acumulación de bienes materiales. Durante 78 años, los investigadores han monitoreado a más de 700 hombres, a los que después añadieron sus esposas e hijos. Este seguimiento demostró que la clave para ser felices está en las relaciones que cultivan.
Hablando de claves para transitar el camino de la felicidad, no puedo despedirme sin antes invitarlos a conectarse a nuestra serie de masterclass que este año estarán dedicados a El negocio de ser tú. Allí, abordamos el tema de umbral del merecimiento como una de las vías para mostrar amor propio de una forma sana y constructiva.
¡Enfócate en el amor, y alcanza todo lo que te propones y mereces!
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