Entre el juicio y el prejuicio

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    Durante sus casi 150 años de autonomía gracias a la Confederación, Canadá ha demostrado que sus principales valores no son sólo un eslogan, sino una realidad. “De mar a mar”, esta nación ha acogido a miles de inmigrantes y con ellos ha fortalecido su cultura, educación y economía.

    Cuando se trata de elegir un lugar para emigrar, Canadá es uno de los principales destinos señalados por los motores de búsqueda. Esto se debe a que desde 1947, la ley de inmigración nacional canadiense ha pasado por numerosos cambios importantes, como la Ley de Inmigración de 1976 y la actual Ley de Inmigración y Refugiados de Canadá de 2002, que facilitan la adaptación de los recién llegados.

    Mientras muchas naciones hoy día cierran sus puertas a los inmigrantes y refugiados, considerándolos un peso que no pueden cargar sobre sus espaladas, el actual primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, les dice bienvenidos y los invita a trabajar y hacer crecer el país.

    La acción de Trudeau, frente a los refugiados, es opuesta a la del nuevo mandatario de nuestro vecino Estados Unidos. Aunque controversiales, las ideas de Donald Trump, han calado bastante en la comunidad internacional. Mientras muchos aplauden la iniciativa del mandatario liberal canadiense, otros en cambio la miran con recelo. La moral pública está dividida.

    Antes del 11 de noviembre de 2001, casi 350 mil personas de origen árabe vivían en Canadá, lo que representaba un 1,2{85db668b0f501e45db51c03e911509520c47fa73ba3d2725b4a2b675de9388a7} del total de la población canadiense. Muchos de ellos pertenecían a la “clase empresarial”, para ese momento a nivel mundial se les tomaba como excelentes socios comerciales.

    No obstante, el 11-S dejó secuelas muy lamentables para la comunidad árabe, la fuerte campaña mediática estadounidense, que los mostraba en general como “terroristas”,  aún pesa en los hombros de las generaciones más jóvenes, quienes realmente se han convertido en las verdaderas víctimas.

    A pesar de las fuertes críticas recibidas, Canadá se mantiene más firme que nunca en su tradición humanitaria de respetar sus obligaciones internacionales. Es por ello que cada año, ofrece protección a miles de personas que sufren persecución, riesgos de tortura o amenazas a su vida por motivos de raza, religión, nacionalidad, creencias políticas, elección sexual o por motivos de género.

    Estas acciones se han vuelto más evidentes que nunca durante el último mes, desde que Trump inició la cacería de brujas en EE.UU. en contra de ciudadanos originarios de Siria, Sudán y Yemen, tres de las siete naciones incluidas en el veto migratorio firmado por el presidente estadounidense a finales de enero.

    Ni las heladas temperaturas han detenido a estos ciudadanos que sólo buscan refugio para ellos y sus familiares, muchos han cruzado la frontera inclusive con niños en brazos. Organizaciones de atención a inmigrantes estiman que podría haber cerca de 2 mil ingresos ilegales no registrados, en áreas no vigiladas de la frontera de Canadá – Estados Unidos.

    Mientras el fenómeno de Trump avanza contra los refugiados del Medio Oriente, Trudeau reafirma que “para aquellos que huyan del terror y la guerra, Canadá les da la bienvenida, independientemente de su fe”. Asimismo, mantiene el lema de los liberales que afirma que “la diversidad es nuestra fuerza”.

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    César Rendón, es abogado, director de una fundación en Canadá. desde el 2008 es el Editor en jefe del periódico La Prensa de Canadá. Se le otorgo un reconocimiento por parte del Cónsulado de Colombia en Calgary, la Cámara de Comercio Latina de Alberta, galardono en el 2011 a La Prensa como mejor medio de comunicación.