Cada cuatro años se celebran unos juegos que rompen fronteras y pensamientos limitantes. Cuenta la leyenda del poeta PÃÂndaro que Heracles (conocido en la mitologÃÂa romana como Hércules) construyó un estadio en honor de su padre, Zeus, tras completar con éxito sus doce trabajos.
Aunque se desconoce exactamente el comienzo de los Juegos OlÃÂmpicos, normalmente se datan en el 776 a.c. Tan solo las ciudades griegas competÃÂan en las diferentes categorÃÂas por la corona de laurel y por el orgullo de convertirse en el campeón olÃÂmpico; los ganadores eran inmortalizados para la historia en estatuas y escritos
Era tal su importancia que, curiosamente, durante los juegos se paralizaban las batallas que pudieran estar produciéndose en aquellos momentos. DecÃÂa el escritor español Ramiro de Maeztu: «El deporte es lucha, sÃÂ, pero lucha noble y franca, que no deja tras sÃÂ, como las guerras, un reguero de lágrimas y sangre».
Durante los pasados Juegos OlÃÂmpicos de 2012, el papa Benedicto XVI pidió que fuera «una experiencia de hermandad entre los pueblos». En esta ocasión recuperamos la oportunidad de aprender de otras culturas y comprender el gran privilegio de convivir con personas diferentes.
Los eventos deportivos se convierten en imagen de tolerancia y paz, porque, en el fondo, sabemos que nos necesitamos los unos a los otros. Es una competición â€â€incluso entre paÃÂses enemigosâ€â€, con el objetivo de llegar al éxito mediante una conducta ética y fraternal.
El barón Pierre de Coubertain, padre de los Juegos OlÃÂmpicos modernos, decÃÂa: «En el mundo moderno, lleno de poderosas posibilidades que al mismo tiempo amenazan con peligrosas decadencias, el Olimpismo puede constituir una escuela de nobleza y pureza morales, tanto como de resistencia y energÃÂa fÃÂsicas, a condición de que eleven siempre la idea del honor y del desinterés hasta la altura del vigor muscular».
Conectar con otros es un gran ejercicio de empatÃÂa; asàcomo dedicar tiempo y escuchar al que normalmente no prestarÃÂas atención. Un paso más de respeto en el intercambio de culturas, que nos ayudará a obtener el éxito mediante la apertura de mente.
Conocer otras culturas nos aporta flexibilidad mental. Aprendemos a adaptarnos a los cambios y a ser más consciente del entorno. La tolerancia es una gran herramienta para vivir en bienestar, pues favorece el crecimiento de un mundo lleno de abundancia. Como decÃÂa el patinador canadiense Elvis Stojko, «las Olimpiadas son para la paz y la libertad», pues «traen armonÃÂa y unión a todos».