Durante la última temporada, hemos podido detectar que existe una energía cuya manifestación está siendo cada vez más clara.
Nada ni nadie puede detener aquel flujo, pues es parte de un término, cuyo objetivo es generar los cambios que la humanidad requiere, con el fin de iniciar una nueva etapa, donde la consciencia se hace presente en cada uno de las acciones que se vislumbran en el camino.
Como hemos podido comprobar, las verdades están cayendo a pedazos, todos aquellos poderes que durante milenos han sustentado un poder basándose en la dominación y la esclavitud hoy están manifiestos o manifestándose casi con crudeza, lo que permite enfrentar aquellas manipulaciones con claridad, transparencia y especialmente con la fuerza que permite la conexión con el espíritu y que es cada vez más latente en la vida de los seres humanos.
El famoso sistema piramidal, con la versión del ojo que todo lo ve, ya no es secreto para nadie, no podemos olvidar que una estructura se mantiene si su base es sustentada por la masa colectiva, sin embargo, hoy en día, aquella base se está desmoronando y se está convirtiendo en arena frágil, por lo tanto ya no es soporte para lo que está más arriba.
Desde este punto de vista, es evidente que la humanidad ya ha despertado, aunque aún siguen intentando mantenerla dormida, más a estas alturas nadie cree en los argumentos que durante siglos nos entregaron con el fin de mantener a la sociedad en un miedo latente ofreciendo conceptos imaginarios como el sentido de culpa y el pecado.
Hoy la información está a claras vista, ya no es posible que sigan contando historias de terror, pues en este despertar, el planeta con sus habitantes humanos y de otras especies está tomando el lugar que le corresponde, abriendo los corazones de las personas y dando paso a esta nueva y maravillosa energía llamada AMOR.
En el pasado, la mente fue quien gobernó nuestra vida, hoy es la manifestación de que la energía cambio su dirección y el curso que ha tomado ha sido el contacto con lo esencial, con lo verdadero, especialmente asumiendo que nuestra mente no es quien gobierna nuestra vida, sino que es el contacto con el flujo emocional balanceado, en una intensidad diferente, lo que permite percibir, asumir y aceptar que no somos solo la mente, sino somos una totalidad y especialmente, una unidad con el universo entero.
PAOLA RIOSECO PRADO
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