Estamos en una era donde las energías están tomando el lugar que les corresponde. Por muchos siglos existió una forma de dominación, donde el hombre mantenía el poder y lo sostuvo largo tiempo. Con base en eso, se manifestaba la flagrante discriminación, donde la mujer era mirada como un ser de tercera categoría y por ende, no tenía ni siquiera la facultad de pensar, sentir o manifestar, pues solo el hombre era el ente cuyo dominio estaba basado en fijar la atención en sus propias necesidades, sin tomar para nada en consideración cualquier condición de la mujer.
Bajo este dominio y con base en esta energía masculina, se generaron guerras, luchas de poderes y manifestaciones que ha llevado a la humanidad a un desastre en muchos sentidos, pues desde esta perspectiva los poderes que manejaban todo, estaban basados en este tipo de flujo, sin considerar para nada el factor más importante, que es la condición humana sustentada en la sensibilidad real que cada persona sostiene dentro de sí mismo.
Tanto la religión como la política han sido relevantes para crear este factor discriminatorio, mas hoy en día, las verdades están saliendo a flote, quedando a la vista que ambos sectores han sido elementos distorsionadores de una profunda verdad, como parte de un manejo a fin de sustentar un dominio permanente, introduciendo en el colectivo inconsciente, la idea de que la mujer era el veneno que contaminaba al hombre y por ende, había que ignorarla, discriminarla, ofenderla o dañarla de cualquier manera, con tal que se mantuviera en el último lugar dentro del sistema.
Sin embargo, hoy por hoy, la mujer ha ido dando una permanente lucha a fin de lograr un lugar dentro de la sociedad, que le permita manifestarse como alguien con talentos y valores que hasta ahora habían sido ocultados.
Ahora bien, la ignorancia ha sido una gran cómplice en esta charada tan extrema, el punto es que hoy el conocimiento está tomando su espacio y a la vez le está dando el lugar a las mujeres exactamente donde tiene que estar. Pues desde este punto de vista, la energía femenina tiene el poder creador dentro de sí, ya que puede generar vida y a la vez puede crear instancias maravillosas teniendo la facultad de aplicar con sabiduría el maravilloso poder del amor, desde su sensibilidad pura y sin entrar a competir con la energía masculina, pues este tiene la capacidad de desarrollar y concretar lo que ha sido creado.
Ambas energías femeninas y masculinas son un verdadero complemento ya que juntos, en valoración respeto y amor, pueden crear un mundo nuevo, un mundo mejor donde les podamos ofrecer a nuestros descendientes, una mejor calidad de vida de la que hoy existe.
PAOLA RIOSECO PRADO
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