Según sugiere un estudio danés, la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR) no se asocia con un mayor riesgo de autismo, incluso entre los niños que tienen un alto riesgo porque tienen un hermano con el trastorno.
Las inquietudes acerca de un posible vínculo entre la vacuna MMR y el autismo han persistido durante dos décadas, desde que un artículo controvertido y en última instancia retraído de 1998 afirmó que existía una conexión directa. Aunque los estudios posteriores no han vinculado la inoculación con el autismo, el temor por el riesgo ha afectado tanto a los padres en varias comunidades de Europa y los EE. UU. que las tasas de vacunación han sido demasiado bajas para prevenir una ola de brotes de sarampión.
En el estudio actual, los investigadores examinaron datos sobre 657,461 niños. Durante este tiempo, 6,517 niños fueron diagnosticados con autismo. Los investigadores informaron en Annals of Internal Medicine que los niños que recibieron la vacuna MMR tenían siete por ciento menos probabilidades de desarrollar autismo que los niños que no se vacunaron.
“Los padres no deben saltarse la vacuna por temor al autismo”, dijo el Dr. Anders Hviid, autor principal del estudio, del Statens Serum Institut en Copenhague, Dinamarca. “Los peligros de no vacunarse incluyen un resurgimiento en el sarampión que estamos viendo señales de hoy en forma de brotes”, acotó.
El sarampión es un virus altamente contagioso que puede ser fatal. Comienza con una fiebre que puede durar un par de días, seguida de tos, secreción nasal y conjuntivitis. Se desarrolla una erupción en la cara y el cuello y luego se extiende al resto del cuerpo. En casos severos, se puede desarrollar neumonía y encefalitis, una inflamación del cerebro.
Las personas con sarampión pueden propagar el virus durante varios días antes y después de que aparezca la erupción. Además, el virus puede vivir hasta dos horas en las superficies donde una persona infectada tose o estornuda. Las personas pueden infectarse al respirar gotitas o tocar una superficie contaminada y luego tocarse los ojos, la nariz o la boca.
Los investigadores señalan que solo una reducción del cinco por ciento en la cobertura de vacunación puede triplicar los casos de sarampión en la comunidad.
Los datos
Los investigadores estudiaron la conexión entre la vacuna MMR y el autismo en una cohorte nacional de todos los niños nacidos en Dinamarca de madres nacidas en Dinamarca de 1999 a 2010. Siguieron a los niños desde la primera edad hasta finales de agosto de 2013.
En general, el 95 por ciento de los niños en el estudio recibieron la vacuna. Según el estudio, los niños con hermanos autistas tenían más de siete veces más probabilidades de ser diagnosticados con autismo que los niños sin este historial familiar.
Asimismo, el estudio halló que los niños tenían cuatro veces más probabilidades de ser diagnosticados con autismo que las niñas. Y, los niños que no recibieron vacunas infantiles tenían un 17% más de probabilidades de ser diagnosticados con autismo que los niños que recibieron las vacunas recomendadas.
Los primeros síntomas del autismo pueden variar, pero pueden incluir comportamientos repetitivos como aleteo de las manos o balanceo corporal, resistencia extrema a los cambios en la rutina y, a veces, agresión o autolesión. La terapia conductual, educativa, del habla y del lenguaje puede ayudar a reducir la gravedad de los síntomas del autismo en algunos niños.
Otro inconveniente es que algunos niños pueden tener autismo no diagnosticado antes de recibir la vacuna MMR, lo que podría hacer que la vacuna MMR parezca estar relacionada con el autismo cuando realmente no está conectada, señalan los autores del estudio. También es posible que la aparición de los síntomas del autismo lleve a los padres a omitir la vacuna.