En la ciudad de Cúcuta, zona fronteriza con Venezuela, las autoridades policiales descubrieron a una mujer de 39 años, muerta en un apartamento de la ciudad. El hijo de la occisa (2 años) fue encontrado junto al cadáver en estado de descomposición, cinco días después del asesinato.
Según las autoridades, el pequeño estaba sucio y en su boca podían verse unos gusanos, por lo que una vecina al encontrarlo así, lo alzó y lo bañó. “El niño logró sobrevivir (5 días) porque comió de unas tortas que su mamá preparó y no vendió, además, tomó agua que ella tenía en unas botellas. Lo extraño fue que nadie lo escuchara llorar, pues el apartamento no tenía ni una sola luz prendida. Nos imaginamos que en la noche él se asustaba y lloraba”, manifestó una fuente judicial cercana a las pesquisas.
La víctima fue identificada como, Jennifer Ramírez Rivero, una diseñadora de moda venezolana (hija de padres colombianos) que había emigrado a la capital del departamento Norte de Santander en busca de una mejor calidad de vida.
El hecho es espeluznante por muchas razones. Primero, por tratarse de un feminicidio en medio de unas sociedades altamente machistas, donde las mujeres son consideradas “trofeos de guerra”. En segundo lugar, la actividad criminal en las ciudades fronterizas se ha ido incrementando exponencialmente debido al deseo de las mafias colombianas de apoderarse de esta zona de gran tráfico legal e ilegal.
Algunos de los atractivos que los delincuentes ven en la región son la extorsión a los habitantes de la frontera, el contrabando de gasolina, alimentos y medicinas, todo esto llevado a cabo en colaboración con la Guardia Nacional venezolana.
Lo más aterrador de todo, es que las mafias han hecho de la población vulnerable su botín de guerra. Las mujeres son especialmente afectadas por la explotación y esclavismo sexual, y cuando no se prestan para este cometido, terminan siendo asesinadas.
Aunque internacionalmente se ha reconocido el desplazamiento forzado, como un hecho violento donde el desarraigo se da por actores violentos que expulsan a las comunidades para lucrarse de sus tierras. En el caso venezolano, este desplazamiento forzado se da a raíz de la hambruna que azota el país.
La crisis originada por una parte debido al bloqueo estadounidense, se ve gravemente empeorada gracias a la ineficiencia y pésima administración de un gobierno corrupto y dictatorial que se ha enquistado. El Gobierno de Maduro ha obligado a millones de venezolanos a pasar de vivir en el pueblo más rico de Latinoamérica, a tener que huir del país más pobre de la región.
Una de cada tres mujeres es víctima de violencia durante su vida