La vida es una consecuencia de todos y cada uno de los actos que como seres humanos vamos realizando, tanto en lo cotidiano, como en lo no habitual. En este recorrido, hemos perdido el punto de vista personal, donde la humanidad toda se ha dejado llevar por la comunicación externa de la que hemos sido tanto cómplices, como víctimas.
Esto se debe a que estamos bombardeados de información, que es una constante, y si nos damos cuenta, aquella información está siendo guiada para posicionar al ser humano en un plano de tristeza, dolor, miseria, angustia y sufrimiento, pues son pocos los detonantes que se manifiestan como algo constructivo o positivo.
Sin embargo y frente a este gran detalle que es la condición externa, existe otra realidad, una realidad que no se encuentra afuera, está dentro de cada uno, está escondida allí.
De hecho, existe un cuento que define aquella situación; estaban varios demonios en un conclave en el que se querían poner de acuerdo para ver donde escondían la felicidad del ser humano, uno de ellos decía que quedaría en un muy buen lugar si la depositaban al fondo del mar, otro refuta aquello diciendo que de alguna manera el humano llegaría a ese lugar, fueron a distintos lugares, el desierto, el polo norte, el sur, en fin, tantos espacios como se les podría ocurrir. Había uno observando desde atrás y con toda calma, expresa. yo sé dónde se puede guardar la felicidad del ser humano y que no la encuentre jamás. Todos se dan vuelta para mirarlo y le preguntan… ¿dónde? …. simple, EN SU CORAZÓN.
Esta historia grafica como los seres humanos han vivido solo desde una perspectiva, ignorando otra. Es decir, desde la información mental, sin considerar un aspecto trascedente, que es la intuición o la conexión con el corazón, aquella parte sensible que ha sido descalificada o ignorada por mucho tiempo, con la excusa que aquello es solo una sensiblería infantil y/o producto de un mediano desarrollo del ser humano.
Bajo esta mirada, por supuesto que la tendencia va a ser esconder cualquier atisbo de sensibilidad profunda y la conexión con la emoción pura, que es la que define la verdad real y profunda de cada persona.
La verdad tiene mil caras, más cada cual tiene un fragmento de ella y para descubrirla, es necesario conectar con el sentimiento profundo que se siente individualmente frente a las diversas situaciones de la vida.
Busque la suya y se dará cuenta que podrá encontrar su propio espacio de armonía, belleza y felicidad dentro de usted.
PAOLA RIOSECO PRADO
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