A fines de junio, la Drumheller Institution de Alberta, una prisión federal de seguridad media, se convertirá en la primera prisión del país en abrir un sitio de prevención de sobredosis donde los reclusos pueden consumir sus drogas bajo supervisión médica.
Si bien el programa piloto está siendo elogiado por los expertos en políticas médicas y de medicamentos como una medida positiva para frenar el aumento de las sobredosis tras las rejas, los oficiales correccionales temen verse obligados a reconocer, e incluso aceptar, que las drogas ilícitas se consumen bajo su supervisión.
“La filosofía que nos ha sido otorgada por el gobierno de Canadá es que están allí, y los internos necesitan una forma segura de inyectarse”, dijo a Noticias Globales Jeff Wilkins, presidente nacional de la Unión de Oficiales Correccionales de Canadá. “Para nosotros, honestamente, los recursos deben destinarse a mantener las drogas fuera de la cárcel”.
El Servicio Correccional de Canadá (CSC) recibió una exención de Health Canada para abrir un servicio de prevención de sobredosis en Drumheller Institution a finales de mes, indicó un portavoz de CSC a Global News en un correo electrónico. CSC supervisa más de 50 prisiones federales, que albergan a presos que cumplen condenas de dos años o más.
“Un servicio de prevención de sobredosis se sumaría a los esfuerzos de CSC para ayudar a prevenir el intercambio de agujas entre los reclusos, limitar la transmisión de enfermedades infecciosas, facilitar las referencias a los servicios y programas de atención médica y prevenir las sobredosis fatales y no fatales”, escribió el portavoz. agregando que las discusiones con los sindicatos y el personal sobre el sitio están en curso.
Según un informe de 2019 de Corrections Canada, las sobredosis y las muertes por sobredosis en las prisiones federales se han más que duplicado en los últimos años. Drumheller, ubicado a más de una hora de Calgary, a menudo tiene las tasas más altas de sobredosis.
Los defensores de la reducción de daños han pedido una expansión de la naloxona y el tratamiento asistido con medicamentos para los reclusos con adicciones, así como otras medidas como el intercambio de agujas. Suiza abrió el primer programa de intercambio de agujas en la prisión en 1992, y también tiene al menos un sitio de consumo supervisado en la prisión.
