Caminar en esta vida tiene su riesgo, pues cada paso que damos está marcado por una experiencia del ayer, ya sea por las situaciones, personas o circunstancias que nos envuelven.
Aun así en este andar, continuamos con la cotidianeidad mas no podemos olvidar que existe un factor relevante que hace que la rueda gire y tarde o temprano, volvamos al mismo punto, es ahí donde se produce el reencuentro con situaciones que ya se han vivido y que han emprendido su retorno en pos de un objetivo, que en un comienzo no se tiene idea, más a poco andar, esa misma situación que se repite incansablemente trae consigo una lección implícita, la que si se resuelve, no vuelve a presentarse jamás.
Es entonces que si se toma consciencia al hecho de saber que se viene encima un recuerdo y trae consigo una triste historia, ya que las armónicas han cumplido el objetivo de entregar las enseñanzas por las que se presentan, sin embargo el propósito de atraer historias poco agradables, ofrecen enormes posibilidades de trascender hasta el punto de erradicar aquellas memorias en forma definitiva de nuestra vida.
Conocí un maestro que siempre decía, tu historia de vida puedes cambiarla cuando quieras, eso no quiere decir que la historia cambie, pues la vida no cambia, la implicación a que se refería este ser era que la interpretación que se le da a aquella experiencia es la cambia, especialmente en la medida que el tiempo transcurre y que se va apreciando todo desde una nueva mirada, que requiere un cierto grado de madurez y de templanza, a fin de darse cuenta que todo lo experimentado genera un nuevo conocimiento y hasta un rango de sabiduría.
El ayer no existe, solo es memoria, añoranza y nostalgia, lo que regresa es aquello que nos ha marcado de una u otra forma y sin darnos cuenta, vamos atrayendo porque está registrado en nuestra memoria cognitiva, lo que quiere decir que sin darnos cuenta, lo volvemos a atraer, como parte de nuestra propia creación.
Por eso es tan importante estar atentos a resolver aquellas situaciones inconclusas, pues si no lo hacemos, regresaran una y otra vez, hasta que le demos una solución definitiva ya que todos tenemos el derecho de saber vivir en paz, desarrollando nuestro proceso de vida desde una perspectiva de serenidad y transparencia, la que nos permitirá optar por la tremenda posibilidad de realmente disfrutar cada paso que vamos dando.
Tenemos derecho pleno a ser humanos realmente felices y libres de historias nefastas. Basta solo con tomar consciencia de eso y aceptar el hecho que lo merecemos, para que atraigamos la paz a nuestra vida.
PAOLA RIOSECO PRADO
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