Colombia, una nación que amo, ahora tiene ante sàla posibilidad de una nueva etapa en su historia, después de tantas pérdidas derivadas de la sinrazón de la violencia.
Para solucionar grandes tragedias, muchas veces estamos obligados a hacer grandes concesiones. O miramos hacia adelante, a pesar del intenso dolor, o el futuro será igual de perturbador que el pasado.
No soy colombiano ni he padecido directamente la crueldad del conflicto; pero como latinoamericano también he sentido el largo sufrimiento de Colombia. Y como cubano, también he exhortado a mi pueblo, dentro y fuera de esa isla, a mirar hacia adelante. Hoy yo lo hago y pongo a un lado la agenda personal y familiar. Entiendo que ya nada puedo hacer por esos 15 años en los que no pude entrar a Cuba, incluso a despedir a familiares muy cercanos.
Buscar la paz no exige perfección, sino armonÃÂa. Al pasado no se va a pelear, sino a aprender, para no repetir errores. El futuro de paz se construye desde un presente vivido en el perdón. Y el perdón no es el regalo que las vÃÂctimas le hacen al victimario, sino el regalo que las vÃÂctimas y sus familiares se hacen a sàmismos.
El perdón es un acto de amor y autosanación. No es olvidar, sino ejercitar un pensamiento altruista, no egoÃÂsta. La vida es una espiral. Nos toca hacer un cambio de conciencia: no voy a pensar en mÃÂ, sino en nosotros. Y ese nosotros es toda Colombia.
Al referirse a la transición española, el catedrático Emilio Lamo de Espinosa afirmaba que allàtocó decidir lo más importante: juzgar los crÃÂmenes cometidos contra sus abuelos y padres o asegurar un futuro más o menos estable para sus hijos y nietos. En Centroamérica también se produjeron cesiones para poner fin a la violencia.
El expresidente John F. Kennedy afirmaba: “El hombre tiene que establecer un final para la guerra, de lo contrario será la guerra la que establezca un final para el hombre”.
Colombia lo tiene todo para salir adelante, empezando por su talentosa gente. La paz, el progreso, el respeto a las vÃÂctimas y la memoria histórica son posibles. Trabajemos por una cultura de la paz, desde las escuelas, los medios de comunicación, el gobierno, las organizaciones de la sociedad civil y la familia, para que no se produzcan retrocesos, para que jamás se repita una época tan nefasta de nuestra historia.
POR ISMAEL CALA
@CALA