El dolor permite tener un sentido trascendental, porque los adultos hemos olvidado recordar quienes somos, con base en eso, el cuerpo nos emite sus alarmas a través de lesiones o enfermedades. Los tibetanos dicen: “dime que te duele y te diré tu pasado, dime que piensas y te diré tu futuro”.
Esto claramente indica que existe una directa relación entre las emociones y el físico. Personalmente tuve un maestro que decía, emoción contenida, emoción podrida, y de verdad no existe nada más real, pues todo nuestro proceso físico se genera primero en el campo emocional.
Es cosa de observar cuando estamos en un estado de enamoramiento o encantamiento con algo o alguien, todo se ve color de rosa, sin embargo, si aquella sensación decrece, de inmediato todo aquello que veíamos tan lindo, se transforma en un espacio negro, sin ofrecer una opción a buscar un lugar intermedio. Por supuesto, que una vez pasado el impacto, la condición emocional bien puede quedar adherida a la situación o bien trascenderla hasta lograr la resiliencia.
He ahí entonces que cada información emitida por nuestra emoción, llega a nuestro cerebro, donde es transmitida hacia nuestras células y estas últimas, buscan generar un ordenamiento físico, pero ante tanta contradicción que se experimenta, en este tránsito de un estado a otro, estas mismas células se van desordenando y van marcando en el cuerpo físico todo aquel deterioro que ha sido generado por este caos.
Distintas investigaciones en todos los niveles han ido demostrando últimamente, que las emociones son un cuerpo independiente y que tienen su inteligencia propia. Al ser ignoradas por tanto tiempo, se han ido formateando con base en la información que recibían desde afuera, desde la mente, generando en ellas una falta de organización, de disciplina y de obediencia.
Al igual que todos los otros aspectos de nuestros cuerpos, las emociones tienen su identidad propia y manejan a su arbitrio nuestra vida, es por eso que es de vital importancia, darles su lugar y permitirles expresarse sin que tomen nuestro poder, porque si lo hacen, estaremos atrapados en lo que ellas nos vayan indicando. Al no tener ni siquiera control de sí mismas, las órdenes que emiten a nuestro cuerpo físico serán un caos, porque es lo que conocen.
Controle sus dolores emocionales y podrá tener una vida sana.
PAOLA RIOSECO PRADO