La vida es un recorrido en todas sus aristas, vamos de vacaciones a distintos lugares, donde solo miramos y no vemos, donde lo externo es prioritario y la fuerza del sueño pendiente se encuentra en el fondo de nuestro corazón, siguiendo el juego que la mente nos ha entregado a través de aquello que hemos ido adquiriendo como aparente información.
Nuestro amado principito nos ofrece su tan magistral frase, donde expone que lo trascedente es invisible a los ojos humanos. ¿En qué parte de la historia perdimos el horizonte y cambiamos nuestro norte?, ¿En que parte de la vida decidimos solo enfrentar los desafíos externos, sin tornar nuestra visión hacia nuestro interior?
Hoy la humanidad está creciendo, quizás estamos dejando de ser bebés, aquellos que solo lloran cuando tienen sus necesidades básicas insatisfechas. Existe en estos instantes la maravillosa opción de investigar más a fondo, de ir al encuentro de respuestas tantas lunas ignoradas, tantos eones perdidos en la búsqueda de lo inconsistente y de lo insustancial.
Parte de ese viaje está tomando otro cariz, donde la conexión con lo vital es indispensable. Las respuestas que nos ofrecían en el pasado, hoy no sirven, hemos ido desarrollando la magnífica posibilidad de explorar con mayor delicadeza nuestro propio fuego interior, tenemos la opción de ir cada vez más hacia el ser interno a fin de descubrir en que o cuando o donde hemos sido plasmados con tanta información, esa que solo entretiene nuestra mente y nos entrega una falsa sensación de conocimiento, lo que permite ir encontrando respuestas que provienen de la experiencia y el bagaje que ofrece la observación.
Y a propósito de conocimiento, todos sabemos que es un proceso de aprendizaje de todas las materias impuestas en un sistema establecido, el que poco a poco está tomando una arista diferente. La prueba más evidente son nuestros niños, chicos de la nueva era que vienen con su ADN mucho más desarrollado, hecho que está comprobado científicamente y cuya memoria se encuentra abierta, dejando a los adultos pasmados con todo lo que ellos en su extraordinaria inocencia nos entregan. Son nuestros pequeños y grandes maestros.
En la actualidad todo se cuestiona con mayor fuerza, ya no es fácil llegar y creer, la tecnología ofrece una excelente posibilidad de enterarse de todo tipo de noticias, creíbles o no creíbles, mas depende de cada dual discernir lo que quiere o no aceptar.
Es por eso que es vital seguir haciendo el recorrido por aquel turismo interno, ese que nos va a llevar a encontrar nuestra propia verdad interna y que nos brinda la inmensa posibilidad de convertirnos en seres realmente libres.
Conoce tu verdad y ella os hará libres.
PAOLA RIOSECO PRADO
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