El gigante de América cumple sus 150 años de Confederación

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    De una pequeña semilla un poderoso tronco puede crecer”, Esquilo.

    La Isla del Príncipe Eduardo, es la cuna del segundo país más extenso del mundo y también el más grande de América, Canadá. Este 2017, la Confederación Canadiense cumple 150 años, un sueño que nació en su provincia más pequeña.

    Charlottetown, capital de esta provincia marítima, fue la sala de partos donde los “padres de la Confederación”, negociaron el marco de una nueva nación en 1864. No obstante, fue hasta el 1 de julio 1867 que se alcanzó la Autonomía de Canadá.

    El gigante de América inició con tan sólo cuatro provincias: Ontario, Québec, Nueva Escocia y Nuevo Brunswick; luego se le fueron añadiendo el resto: Manitoba, Territorios del Noroeste, Columbia Británica, Isla del Príncipe Eduardo, Yukón, Saskatchewan, Alberta, Terranova, y Labrador; y Nunavut.

    Aunque por lógica, la Isla del Príncipe Eduardo debió ser una de las primeras provincias de Canadá, fue hasta 1873 que se asoció al país. Otro dato muy importante, es que esta tierra se unió al continente americano 120 años más tarde, por la conexión que se creó hacia Nuevo Brunswick, gracias al Puente de la Confederación, el mayor viaducto sobre aguas revestidas de hielo en el mundo.

    Británicos vs franceses

    El hecho de que hoy en día Canadá sea uno de los países más multiculturales del mundo no es una casualidad, ya que desde sus inicios esta nación fue colonizada tanto por británicos como franceses, ellos lucharon a toda costa por dominarla, es por ello que sus dos idiomas oficiales son el inglés y el francés. Sin embargo, solamente en Ontario se hablan más de 140 lenguas diferentes.

    Gracias a estas disyuntivas surgió un movimiento para la unificación de las colonias de la Norteamérica británica. Para entonces, era la primera vez que una colonia conseguía crear un gobierno sin abandonar el Imperio, esto se dio gracias a la Ley de Norteamérica Británica, misma que fue aprobada por el Parlamento británico.

    La Confederación Canadiense

    La elaboración de esta Ley de Norteamérica Británica trajo como resultado un nuevo país, para entonces llamado Dominio del Canadá, resultado de la federación de Nueva Escocia, New Brunswick, Quebec y Ontario; traducido en un imperio continuó sometido a la autoridad absoluta de la corona británica.

    La legislación se hizo oficial el 1 de julio 1867, día inicialmente bautizado como Día del Dominio, no obstante, en 1982 se rebautizó como Canada Day (Día de Canadá). El primero en ostentar el cargo de Primer Ministro canadiense fue John A. Macdonald, líder que tuvo como principal tarea anexar el resto del territorio y las colonias a la confederación.

    Ley y orden en el “salvaje oeste”

    Canadá es un país muy simbólico, el hecho de que su principal fuerza de seguridad nacional se llame Real Policía Montada del Canadá (RCMP), tampoco es una casualidad. Cada provincia que se sumó a la Confederación, fue el resultado de extensos conflictos a causa de los derechos sobre las tierras.

    Ciertamente la Royal Canadian Mounted Police no trajo consigo totalmente la ley y el orden al “salvaje oeste”, el desorden y caos si se mitigó en gran manera. La construcción del ferrocarril transcontinental Canadian Pacific Railway, fue crucial para la auténtica unificación del país, estimuló la inmigración e impulsó el comercio y la industria.

    Canadá alcanza el siglo XX

    La entrada de Canadá al siglo XX fue simplemente espectacular, la industrialización estaba en pleno desarrollo, el país contaba con valiosos recursos naturales como oro, trigo y hasta madera. Como era de esperarse, el Canadian Pacific Railway abrió las puertas a la inmigración. El camino de la independencia estaba cada vez más cerca.

    A pesar de que Canadá no tenía participación directa en la Primera Guerra Mundial, el país si se vio muy afectada por ésta, por ser miembro del Imperio británico. Durante los primeros años de la guerra, más de trescientos mil voluntarios canadienses partieron hacia los campos de batalla europeos.

    A medida que la guerra se fue prolongando, miles de soldados empezaron a regresar en ataúdes y el reclutamiento se hizo más difícil, esto motivó a que el Gobierno introdujera el servicio militar obligatorio en 1917. Esta acción avivó más el nacionalismo, para cuando culminó la guerra, los canadienses estaban en contra de enviar a sus hombres a luchar en lejanas guerras a favor de Gran Bretaña.

    Desde entonces, Canadá dejó muy claro que ya Gran Bretaña no podría disponer automáticamente de su ejército, así que firmó acuerdos sin la aprobación británica. Esta firme determinación se tradujo en la formalización de la independencia de Canadá por medio del Estatuto de Westminster, aprobado por el Parlamento británico en 1931 y eliminado medio siglo después.

    La Segunda Guerra Mundial trajo una segunda oleada de expansión económica y de inmigración, especialmente desde Europa. Para entonces la independencia ya era casi un hecho.

    Monarquía vs independencia

    En 1982, la reina Isabel II sancionó en el Parliament Hill, la Canada Act, ley que  puso término a la supremacía de la legislación británica sobre Canadá y la autoridad de enmendar la Constitución fue transferida a las autoridades legislativas canadienses.

    Canadá ahora tiene una monarquía constitucional y además es un Estado federal con una democracia parlamentaria, compuesta por una Cámara Alta o Senado y una Cámara Baja o de los Comunes, elegida por sufragio universal.

    No obstante, el monarca británico continúa siendo el jefe del Estado de Canadá, se trata de un cargo simbólico y no ejerce la soberanía del país, por tanto el gobernador general designado es el representante del monarca.

    Finalmente, fue en 1985 que Canadá se convirtió en el primer país del mundo, en aprobar una ley de multiculturalidad y crear un Ministerio Federal de Multiculturalidad. Actualmente, el 40{85db668b0f501e45db51c03e911509520c47fa73ba3d2725b4a2b675de9388a7} de los canadienses afirma no tener orígenes británicos ni franceses y se estima que para el año 2036 la mitad de la población canadiense será de origen inmigrante.

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