El calendario utilizado por casi todo el mundo es el gregoriano. Donde se marca el nacimiento de Jesús como inicio, y en función de este hecho fue instaurado por el papa Gregorio XIII en el año 1582. Está conformado por meses de 30 y 31 días y febrero que consta de 28 días. Pese que existen otros calendarios, se utiliza administrativamente, a fin de uniformar tiempos y fechas.
El calendario hebreo a su vez se manifiesta a través de los ciclos solares y lunares. Este consta de 12 meses, existiendo un año bisiesto cada 3 años y que tiene una duración de 13 meses. El día, según el calendario hebreo, empieza y termina cuando se pone el sol, dando inicio a la jornada siguiente.
A su vez el calendario islámico se basa en el movimiento lunar, con 364 días divididos en 12 meses. Sin embargo, cada mes comienza el día después de la luna nueva. Tienen distintas festividades religiosas durante el año.
Luego tenemos el calendario hindú, que tiene 12 meses guiados por las fases lunares y tienen 29 y 30 días, cada 3 años se añade un mes extra. Cada mes se inicia al amanecer después de una noche de luna nueva.
Calendario chino, este se celebra con disfraces de dragón, fuegos artificiales y lo hacen con su propio calendario cuyo año nuevo fluctúa entre el 21 de enero y el 21 de febrero, cuando se da la primera luna nueva.
Finalmente existe el calendario maya, que se rige por los ciclos lunares de 28 días, teniendo 13 meses los que dan una exactitud al factor del tiempo.
Es interesante observar como el ser humano ha desarrollado la fórmula para encontrar la medición del tiempo en planos tridimensionales, pues claramente necesita sustentar una base en relación a sentir certeza o seguridad en los procesos de vida que en forma normal siente que requiere procesar.
Sin embargo y observando una mirada algo más transversal, podríamos decir que si logramos conciliar nuestro tiempo en un presente, la medición del mismo quizás cambiaría, pues todo está basado en ciclos, los que inexorablemente cumplen su función y que nos van determinando nuestras opciones de vida.
Pero al unificar nuestra acción solo en el instante único por el que se desarrolla lo concreto, podríamos entrar en una constante creación basada en una realidad que vamos plasmando con base en la fluidez y al curso natural de nuestra vida.
Celebremos entonces el constante renacer de la vida en unificación desde el amor, como todos merecemos.
PAOLA RIOSECO PRADO
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