Estamos en una era donde el corazón está comenzando a tomar el lugar que le corresponde. Toda una vida, hemos vividos solo en el plano mental, donde ha sido condicionado con información establecida y grabada a fuego en el subconsciente del colectivo humano.
Desde ahí la conducta del ser humano ha sido errática, ya que la mente ha sido condicionada e implantada a través de los conceptos, ideas, doctrinas, filosofías, convirtiéndose en un objeto de constante manipulación, con el único propósito de dominar y convertir a la humanidad en un robot mecánico. Que no piense y que sea un juguete de los poderes establecidos.
Más, en este maravilloso despertar de la consciencia colectiva, el corazón gradualmente ha ido tomando su lugar. Dando espacio a un sentir profundo, lleno de grandes opciones, abriéndose a la posibilidad extraordinaria de conectar con la única energía unificadora que logrará salvar a esta generación humana, dándole la oportunidad de convertirse en humana-divina.
La energía fluye y confluye cuando se eliminan las expectativas de siempre esperar resultados, de pedir a los demás un constante retorno de lo que entregamos, de estar pendiente de los resultados y finalmente de entrar en el miedo, sea este cual sea.
Permitir que el corazón se exprese, es darle permiso para que nuestra intuición nos hable. Normalmente cuando enfrentamos una situación, el primer impacto de aquello es detectado en nuestro cuerpo físico. Tantas veces sentimos en nuestro estomago un golpe, o la sensación de incomodidad frente a algo o alguien que está enfrente nuestro. No sabemos el porqué, sin embargo, inmediatamente entra el proceso de la mente, que ignora aquella señal y nos convence de que estamos equivocados, detectando en el tiempo que aquella primera sensación, era efectiva y real.
Nuestro cuerpo es muy sabio, pero de tanto negar y evadir sus síntomas, no le queda más que mostrarnos con hechos concretos todo aquello de lo que estamos escapando. De ahí es que se producen las enfermedades tanto del mismo, como del alma.
Aprender a conectar con nuestro corazón, es darnos el permiso para reconocer nuestras facultades o dones ocultos, que nos permitirán abrir los caminos verdaderos sustentados en la pureza del verdadero amor y en nuestra profunda verdad.
No existe mayor recompensa que aprender a descubrirse a sí mismo, pues abriendo la caja de pandora y transformando nuestras propias sombras, extraemos de la misma, la belleza que se encuentra oculta detrás de todo aquello.
¡Querer es poder!
PAOLA RIOSECO PRADO
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